Anhelos de una Arcadia lejana

                                       

Anhelos de una Arcadia lejana


A las rosas, heraldas del amor;
a los lirios, insignias del poder;
al clavel, tú que encarnas el querer;
a los cardos, heraldos del dolor;

a la hierba de vívido color;
a las hojas que vuelven a nacer;
a las hojas que esquivan su caer
y a la aún innombrada, a esa flor:

Mataría por veros, mis amores;
por ver vuestros colores y entenderos,
pero no hay muchas flores ni senderos

ni verdes paraderos ni esplendores
donde yo; yermos fueros, sinsabores
son mis alrededores por no haberos.












 

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