Una disculpa que te debo
Llegada a mis oídos tu querella
por pérfido abandono y negligencia,
no puedo más hacer que tu clemencia
pedir sin ser yo digno o merecella.
No obstante, por guardarme un poco de ella,
daré como motivo de mi ausencia
que en hoy hube un contrato de docencia,
contrato que el destino de uno sella.
No logro que no duela el pensamiento
de haber podido hoy hablar contigo
y haber tenido que irme como el viento;
empero, y a Dios pongo por testigo,
habremos de quedar en buen momento.
Y ya, por no excederme más no sigo.
Comentarios
Publicar un comentario