Sextina ejemplar

                                                     

Sextina ejemplar


Por su complejidad, número uno,
pues ni le hay un igual ni le hay un dos,
rematando sus estrofas con un tres
—que bien en este mundo solo cuatro
se han compuesto, ahora tal vez cinco—
que versos cada una tiene seis.

Comienzo la segunda de las seis
poniendo de segundo el primer uno,
en el lugar tercero toca el cinco,
al cuarto pertenece el viejo dos,
habita el quinto puesto ahora el cuatro
con tal de rematarla con el tres.

Y sigue la canción: de nuevo el tres
que ahora es perseguido por el seis,
al que sigue, veloz y raudo, el cuatro,
a ese el cuarto le sucede —el uno—
que al que es su doble pisa —que es el dos—
y, el único que resta aún, el cinco.

Y vuelve a aparecer de nuevo el cinco
que encabeza, seguido por el tres,
la estrofa que, tercero, habita el dos
—que era quinto—, seguido por el seis
al que, cinco restando, resta el uno
que heralda el fin: la aparición del cuatro.

Habiendo ya compuesto estrofas cuatro
—esta ocupando el puesto y cifra cinco—
ya solo queda una; entonces uno
se esmerará en el postrimero tres
—habiendo escrito ya las otras seis—
en que carmen como este no haya dos.

Termina, y apropiadamente, el dos
—por doble aparecer, y no por cuatro—
esta última estrofa de las seis
que, juntamente con las otras cinco
heraldan el final —los versos tres—
que habrán de dar descanso al fin a uno.

Y acaba así este humilde uno el seis
—con estos versos tres a que no hay dos—:
no sabiendo qué hacer con cuatro y cinco.





Comentarios