El trágico destino que me aguarda
Decidme, grandes nombres de la historia,
lo que pensáis de mí, de mis intentos
de estudiaros con ojos bien atentos
y, con mi torpe mano, vuestra gloria
tratar de replicar ¿En la memoria
me mantendrán los siglos que, si lentos,
mil nombres se han llevado con los vientos?
¿O habrán de nuevo aquellos su victoria?
Ya creo tener clara la respuesta:
por prueba habiendo esta poesía,
del gran futuro la empinada cuesta
no voy a superar, por lo que, un día
—que no será de pena ni de fiesta—
será el final de la memoria mía.
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